miércoles, 29 de junio de 2011
Despido de Rosa María Palacios tiene motivaciones políticas
La prensa política combativa e independiente perdió a una de sus más destacadas figuras, se trata de Rosa María Palacios, quien en una reunión del directorio de América Televisión, conformada en su mayoría por la familia Miró Quesada, acordaron cancelar su programa “Prensa Libre”, el cual era un referente en la política nacional, gozaba de un aceptable rating y le proporcionaba buenos dividendos al canal.
Dice su verdad. La periodista Rosa María Palacios acusó a la familia Miró Quesada de despedirla de Prensa Libre por “motivaciones políticas” debido al manejo que tuvo su programa durante la pasada campaña electoral.
“Es político. Es un tema de política informativa. Acá hay un tema de libertad de prensa, ¿qué contenido quieres que se difunda? y ¿qué contenido no quieres que se difunda? Evidentemente, el tipo de trabajo que hago no es del gusto de algunos, por lo menos de los que representan a la familia Miró Quesada”,
“Presumo que a veces van a sitios y les dicen: ‘¡Oye, no puede ser que Rosa María Palacios no haga campaña por Keiko Fujimori!’, y eso les pueda molestar, o que les moleste que entreviste a Humala... pero nunca me lo han dicho”, agregó.
Según Palacios, cuyo contrato con América Televisión vencía este jueves, su programa era rentable, tenía credibilidad y estaba entre los más vistos en el horario nocturno.
Cabe destacar que los directivos de Canal 4 decidieron no renovar el contrato de la periodista debido a que querían reforzar el bloque de entretenimiento de la televisora, justo semanas antes de que asuma el nuevo gobierno del presidente electo Ollanta Humala.
Palacios también desmintió que su salida de América Televisión, tras siete años de relación laboral, se deba al caso BTR en el que estaría implicado su esposo.
Periodistas analizan el despido de Rosa María Palacios
Las reacciones en el ambiente periodístico no se hicieron esperar. Tras a la sorpresiva decisión del directorio de América Televisión de no renovar el contrato a Rosa María Palacios y cambiar su programa Prensa Libre por otros de contenidos dedicados al entretenimiento, esta mañana Beto Ortiz, conductor de Buenos Días Perú de Panamericana Televisión tuvo como invitados al periodista Fernando Vivas, del diario El Comercio, y al bloguero Marco Sifuentes, de El Utero de Marita.
Ambos analizaron el fin de Prensa Libre, las movidas en el grupo de medios más poderoso del país y la disyuntiva que se presenta en los reporteros y editores cuando un medio decide echar a periodistas que podrían resultar incómodos para las decisiones de un directorio que prefiere controlar el oficio de acuerdo a sus propios intereses.
Anoche, Josefina Townsend, conductora del noticiero Primero a las Ocho que se transmite por Canal N (del grupo El Comercio) leyó el comunicado de América Televisión y manifestó su discrepancia contra la decisión del grupo empresarial de sacar del aire a Rosa María Palacios.
Por su parte, Augusto Álvarez Rodrich, amigo personal de Rosa María Palacios, columnista del diario La República y periodista de Radio Capital, hizo lo propio en el diario, criticando la decisión de Canal 4 de cambiar los programas políticos por “un nuevo enfoque, centrado en contenidos de entretenimiento”.
Álvarez Rodrich calificó esta declaración como "un camuflaje al no tener ni siquiera la entereza de reconocer que lo hecho con Rosa María, con la posición discrepante del Grupo La República, como manda la ética y la decencia, es un castigo y una censura a una periodista honesta, inteligente, valiente y con la independencia para no cejar en el esfuerzo por hacer del periodismo un oficio ético y digno. Es ese estilo de ejercer la profesión el que el Grupo El Comercio ha querido castigar y censurar".
A continuación reproducimos la columna de Álvarez Rodrich, que aparece hoy en el diario La República:
Periodismo entretenido
La censura a Rosa María Palacios debe convocar la protesta del periodismo decente.
El Grupo El Comercio volvió a utilizar ayer su guillotina harakiri- que sirve para cortarles la cabeza a los periodistas que se atrevan a ejercer el oficio con decencia, a la vez de seguir cercenando su ya escasa reputación– cuando le comunicó a Rosa María Palacios que, usando la mayoría que ostentan en América TV, su contrato no sería renovado pues lo han pensando mejor y ahora prefieren “un nuevo enfoque, centrado en contenidos de entretenimiento”.
Esta declaración constituye un camuflaje al no tener ni siquiera la entereza de reconocer que lo hecho con Rosa María –con la posición discrepante del Grupo La República, como manda la ética y la decencia– es un castigo y una censura a una periodista honesta, inteligente, valiente y con la independencia para no cejar en el esfuerzo por hacer del periodismo un oficio ético y digno.
Es ese estilo de ejercer la profesión el que el Grupo El Comercio ha querido castigar y censurar. Por un lado, como venganza por no haberse cedido a la pretensión de que Rosa María se convirtiera en el felpudo para promover e imponer la candidatura de Keiko Fujimori en la elección presidencial, con métodos basados en la mentira y en el desequilibrio informativo que van totalmente en contra de los principios elementales de lo que el periodismo debería ser, y de la manera lamentable como sí lo hicieron algunos medios de este grupo, como El Comercio, Perú.21 y un programa de América TV.
Es un castigo, también, porque la desesperación de algunos –como el Grupo El Comercio– por lograr sentar otra vez al fujimorismo en Palacio de Gobierno los hizo caer en el grave error de creer que todo aquel que no atacaba a Ollanta Humala se convertía automáticamente en antipatriota. Es lo que les pasa a los empresarios que cambian la razón por la billetera, y que solo conocen los valores que están en la bolsa de los ídem.
Pero, mirando hacia adelante, el despido de Rosa María –que es lo que en verdad implica la ‘no renovación’ de su contrato– es una censura abierta y descarada.
Por supuesto que un empresario es libre de elegir a los periodistas con los que desea trabajar. Pero cuando decide dejar de contar con un equipo valioso como el de Prensa Libre, que había alcanzado un elevado prestigio y una rentabilidad estupenda –que es lo único que les interesa a los accionistas del Grupo El Comercio, pues los que están ahora al mando de esa nave sin rumbo entienden poco o nada de calidad periodística–, es evidente que la explicación debe buscarse en terrenos más complejos.
Podría ser que se trate de envidias y hasta de resentimientos de propietarios opacos que sienten la necesidad de despedir a sus mejores miembros –como, sin duda, lo era hasta ayer Rosa María en América– con el fin de recordar a todos que ellos son los que cortan el jamón. Pero hasta esa necesidad de reivindicación personal debería contenerse ante la evidencia de que están haciendo un mal negocio.
¿Cómo entender, entonces, esta decisión absurda incluso para los intereses comerciales de estos propietarios miopes a los que parece interesarles muy poco su reputación? Tengo la impresión, sustentada en la experiencia personal de haber atravesado por el mismo trance de Rosa María, hace casi tres años, de que lo que están buscando es redacciones periodísticas dóciles, compuestas por robots a los que se les debe indicar qué hacer, a quién apoyar, a quién atacar, y todo sin dudas ni murmuraciones.
Son propietarios que ya no soportan la angustia de ir a cocteles donde sus amigos los cuestionan por el contenido de sus medios y no pueden explicar que estos cuentan con periodistas que piensan y opinan.
Por ello, han optado, como ya lo han hecho en otros de sus medios, por una planilla periodística de zombis que hacen lo que el dueño les indica, ni más ni menos, y sin pensarlo.
Es obvio que Rosa María Palacios no encaja en esa categoría de periodista que están buscando unos propietarios dispuestos a convertir el periodismo en el más vil de los oficios. Es obvio, por ello, que su despido simplemente la enaltece y solo confirma la profesional inquebrantablemente decente que es.
Por otra parte, Álvarez Rodrich también leyò, en la secuencia “La hora Loca”, del programa de RMP, en Radio Capital, la carta que le envió el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, solidarizándose con la periodista por su intempestivo despido de canal 4:
Querida Rosa María:
Con mucha pena pero sin sorpresa, me entero de que te han cerrado el programa. Es el precio de ser honesta, independiente y talentosa, algo que en el Perú suele ser difícil de tolerar por los mediocres y deshonestos, tan influyentes en los medios de comunicación. Pero estoy seguro de que muchos miles de peruanos se sienten solidarios contigo e indignados con el atropello de que eres víctima. Estoy seguro que más temprano que tarde, volverás a la televisión a seguir dando esa buena batalla por la libertad y la decencia.
Te deseo lo mejor y te hago llegar todo mi afecto y admiración, al igual que Patricia y todo el resto de la familia. Un gran abrazo.
Mario Vargas Llosa
Madrid, 29 de junio del 2011.
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