lunes, 2 de mayo de 2011
Juan Pablo II: La beatificación del siervo de Dios que conquistó al mundo entero.
Un nuevo capítulo se escribió la mañana del domingo 1 de mayo en la historia de la Iglesia Católica. Karol Wojtyla, o conocido mundialmente como el Papa Juan Pablo II, fue declarado beato exactamente a seis años y 29 días de su muerte acaecida el 2 de abril del 2005. Se trata de la beatificación más rápida de los últimos 500 años. Esto se produjo luego de que el Papa Benedicto XVI derogó, para el caso de Juan Pablo II, la norma que obliga, como condición básica, a esperar cinco años desde el fallecimiento de una persona para abrir un proceso de beatificación, tal como hizo el propio Juan Pablo II con la Madre Teresa de Calcuta.
Para la beatificación del “Papa Peregrino”, la Iglesia comprobó que curó del Parkinson a la religiosa francesa Marie Simon Pierre. La monja, de 50 años, enfermera de profesión, padecía desde 2001 la enfermedad de párkinson, la misma que sufrió Juan Pablo II en sus últimos años. La religiosa superó, dos meses después de la muerte del Papa en abril de 2005, todos los síntomas del párkinson de forma "inexplicable" según las autoridades médicas de la comisión de beatificación.
En su homilía, Benedicto XVI señaló que el difunto Papa, a quien elogió por haber tenido "la fuerza de un titán", y que dio a millones de personas "la fuerza de creer", había bendecido a miles multitud de veces desde su ventana que da a la misma plaza.
"Concedemos que el venerado siervo de Dios Juan Pablo II, Papa, sea de ahora en adelante llamado beato". Con estas palabras pronunciadas en latín en medio de una imponente ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Benedicto XVI beatificó y elevó a la gloria de los altares a su predecesor, al 'Papa viajero', el que escalaba, esquiaba y hacía bromas con los jóvenes, y quien fue considerado uno de los líderes más influyentes del siglo XX.
Un largo aplauso y gritos de "Santo Subito" (santo de inmediato) estallaron en la plaza de San Pedro y sus alrededores, donde se congregaron más de un millón de personas, muchas de ellas con banderas de numerosas nacionalidades, sobre todo polacas, españolas y brasileñas. "Percibíamos el perfume de su santidad", reconoció en su homilía Benedicto XVI, quien elogió "la fuerza de un gigante" que logró "invertir" la tendencia de "la sociedad y los sistemas políticos y económicos" a abandonar el cristianismo.
Este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio”, dijo el Papa en su sermón tras haber leído en latín la fórmula de proclamación del nuevo beato.
Dijo que estaba orgulloso de haber estado junto a Karol Wojtyla durante 23 años “y venerar cada vez más su persona”. “Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante de Dios una tendencia que podía parecer irreversible”.
Esta tendencia era “la carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso”, destacó. Juan Pablo II “condujo al pueblo de Dios al tercer milenio reivindicando legítimamente para el Cristianismo” aquella carga de esperanza y “restituyéndole la fisonomía auténtica de vivir en la historia con un espíritu de adviento, con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo”.
Karol Wojtyla “llevó consigo la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre”, afirmó el Papa Ratzinger, recordando el protagonismo fundamental de Karol Wojtyla en el proceso de liberación de los países del Este europeo del dominio del comunismo de matriz soviética, que culminó en 1989 primero con la caída del muro de Berlín y después con la disolución de la Unión Soviética.
Una inmensa fotografía de 1995 de un sonriente y saludable Karol Wojtyla, desplegada en el balcón central de la basílica, fue desvelada en el momento de la proclamación. De paso, se conoció que de ahora en adelante el culto litúrgico del nuevo beato será celebrado el 22 de octubre de cada año, en el aniversario del comienzo del pontificado de Juan Pablo II, en 1978.
Se estima que la multitud congregada en la Plaza de San Pedro eran alrededor de 1, 5 millones de personas y se extendía más de medio kilómetros de distancia. Los devotos, muchos con banderas nacionales y cantando, se dirigían hacia la zona del Vaticano de todas las direcciones desde antes del amanecer para obtener un buen lugar para la misa.
La plaza de San Pedro fue abierta a los peregrinos a las dos de la mañana, con tres horas de anticipación. Rápidamente quedó saturada y mucho antes de las 10 de la mañana, las centrales de seguridad comenzaron a orientar a la gente a los grandes espacios habilitados en otras partes de la ciudad.
En el área más cercana al sagrario se ubicaron un centenar de cardenales y las delegaciones oficiales, que incluyeron a 16 jefes de Estado y a seis monarcas, como los príncipes Felipe y Letizia de España y el rey Alberto II de Bélgica, y tampoco faltó el líder polaco Lech Walesa. Entre ellos estaba el dictador de Zimbawe, Robert Mugabe, que tiene prohibido pisar territorio europeo so pena de ser arrestado por genocidios y violaciones a los derechos humanos. Pero su presencia debió ser tolerada, incluso por el mismo Vaticano, que lo recibió con desagrado, porque Mugabe se puso bajo el paraguas de la soberanía de la Santa Sede. La nota curiosa la dio el primer ministro Silvio Berlusconi, que se quedó dormido en su asiento junto al presidente Giorgio Napolitano, quien lo miro asombrado cuando todos se pusieron de pie en la misa menos Berlusconi, que cabeceaba.
Algunos observadores estimaron que una ceremonia similar, pero de canonización, proclamará santo a Karol Wojtyla en 2014 o 2015. Es necesario un nuevo milagro, pero ya existen 272 testimonios de gracias milagrosas obtenidas con la intercesión de Juan Pablo II presentados por fieles agradecidos.
Esta beatificación del primer Papa polaco de la historia es el paso previo a su canonización. Ahora se necesitará un milagro científicamente demostrado (una curación), y reconocido por la Iglesia Católica, para que ascienda a la categoría de santo. La jornada se cerró delante de su féretro. Hasta allí llegaron miles de fieles, una procesión que, según la Santa Sede, sólo se iba a cerrar con la llegada del último peregrino, lo que debió ocurrir al amanecer. Juan Pablo II ya es beato y su papado se convierte así en uno de los emblemas de la Iglesia en la era moderna.
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