La eventual compra de los activos de Repsol en el Perú por parte del Estado sería un “desperdicio de dinero”, pues existen otras prioridades en el país, consideró Pedro Pablo Kuczynski, ex ministro de Economía.
“Donde tenemos que invertir es en el sector humano, en la gente, y no gastar en una refinería que ya existe, tenemos que hacer el Metro, ponerle agua potable a un millón de personas en Lima, es una cuestión de prioridades”, dijo a RPP Noticias.
Kuczynski señaló que la compra de la refinería La Pampilla, que forma parte de los activos de Repsol, también sería un mal negocio. Indicó que el problema es que el negocio de las refinerías es muy malo debido al exceso de capacidad en el mundo en medio de una recesión en Europa y una cuasi recesión en Estados Unidos, “entonces los márgenes de ganancia son muy pequeños”.
En su opinión, la eventual compra de Repsol a través de Petroperú, viene de una idea de los años 70, que es la idea de industrias estratégicas, como el acero, las líneas aéreas, las refinerías, que son ideas completamente sobrepasadas por la historia.
“Esa idea de industria estratégica, de controlar los precios es una idea completamente trasnochada . Además, como Perú importa diesel, al final el costo de importación es el que determina los precios”, sostuvo.
En el actual contexto de expansión económica, el Perú necesita emprender una serie de reformas estructurales para acompañar el crecimiento y lo primordial no es evaluar si conviene o no la compra de los activos de Repsol por parte de Petro-Perú, cuestionaron hoy los economistas Miguel Palomino y Juan José Marthans.
Miguel Palomino, director gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE), dijo que el Gobierno no puede desperdiciar sus recursos humanos, políticos y capital en una posible adquisición de Repsol, cuando lo urgente es enfocar su atención en prioridades que aseguren el crecimiento económico.
“No es una buena idea la que viene manejando el Gobierno con su intención de compra, porque no hay una adecuada priorización de los recursos del sector público y se está centrando en temas que claramente no son los prioritarios”, apuntó.
Dijo que lo importante es comenzar con las reformas en la educación y el sector civil, reducir el déficit en infraestructura, destrabar la burocracia estatal que frena la inversión privada y afianzar el desarrollo de los programas sociales.
“No perdamos el tiempo, no nos peleemos con los inversionistas, los políticos, la opinión pública, los medios porque tenemos cosas muchas más importantes que perder el tiempo en tonterías como Repsol, que fuera del hecho es una mala idea”, refutó.
En tenor similar, Juan José Marthans, docente del PAD Escuela de Dirección de Negocios de la Universidad de Piura, criticó la pretensión del Gobierno y dijo que en vez de gastar recursos en un “tema intrascendente”, se debe trabajar para que el Estado se convierta en el plazo más breve en el principal socio del sector privado.
“Que el MEF no gaste nada en el estudio de Repsol porque no es prioritario. La labor del Gobierno debe ser generar de una vez por todas las acciones que garanticen el inicio de una reforma integral del país que permita constituir la infraestructura básica que el sector privado necesita para seguir potenciando el crecimiento económico, el empleo y la reducción de la pobreza”, remarcó en conversación telefónica con este medio online.
¿Ampliar participación del Estado?
Ambos economistas coincidieron en que resulta “absurdo y torpe” buscar que el Estado tenga una mayor participación en determinados sectores claves de la economía, cuando actualmente queda claro que el aparato estatal es deficiente y no funciona.
“El Estado peruano tiene tremendas limitaciones en términos de eficiencia, no acompaña la posibilidad de incrementar productividad al sector privado y más bien constituye un lastre. ¿Queremos multiplicar ese Estado en términos de presencia en el sector productivo en esas condiciones? Por favor, qué falta de racionalidad mínima”, enfatizó Marthans.
En tanto, Palomino opinó que resulta trasnochado la idea de llevar al Estado a sectores claves, más aún cuando se ve que este aún es ineficiente y está lejos de convertirse en uno competitivo.
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