El último sábado todo el Perú fue testigo de la valentía del suboficial José Miguel Millones quien a través de un sintonizado programa de televisión, dio detalles no conocidos de cómo se llevó a cabo la operación “Libertad”, donde perecieron varios suboficiales. En dichas revelaciones se desnudaron las carencias y los abusos que se cometen en el Ejército peruano
El suboficial de la Policía Nacional, José Miguel Millones, sobreviviente de la fallida operación Libertad, se encuentra en la clandestinidad tras las declaraciones que diera en el programa "El Valor de la Verdad". Vía Skype pidió que se haga justicia con sus colegas que murieron enfrentando a Sendero Luminoso y agradeció al país por el apoyo, sobre todo el recibido en las redes sociales.
En comunicación con el programa de Beto Ortiz, "Abre Los Ojos", el suboficial Millones pidió que el Congreso apruebe el proyecto de ley que declara "Heroes Nacionales" a sus compañeros César Vilca, Lander Tamani, quienes fallecieran tras la fallida Operación Libertad que buscaba liberar a trabajadores de Camisea secuestrados por terroristas.
En dicha operación, un grupo de policías de la Dinoes fueron enviados como carne de cañón para enfrentar a las huestes del camarada "Gabriel" que habían secuestrado a trabajadores de Camisea en Kiteni, hace más de dos meses.
"Agradezco a las autoridades que se hicieron presentes, espero que se haga prevalecer lo que dije y que se haga justicia, que se llegue a buen recaudo y se cumpla la promesa de declararlos los héroes nacionales. Espero que Dios me proteja, que todo esté bien y el gobierno cumpla su palabra", afirmó.
Añadió que iniciará una vida civil con la beca que obtuvo para estudiar en la universidad San Ignacio de Loyola. "Pertenecer a la policía fue uno de mis sueños, pero el que hace las cosas correctas ahora es mal visto...Mis clases empiezan a mediados de agosto...Llegando quisiera empezar las clases y empezar una nueva vida", comentó.
Millones también agradeció el apoyo en las redes sociales. "Muchos de ellos esperan imitarme, me dan su apoyo, padres me dicen como mis hijos pueden ser como tu y les respondo que inculquen los valores en sus casas", expresó.
Añadió: "Me han buscado por cielo mar y tierra, antes del programa todo el mundo quería ubicarme y saber de mí, debo decirles que me encuentro bien".
Madre de César Vilca indignada con revelaciones de suboficial José Millones
La madre del fallecido suboficial César Vilca, Reyna Vega, expresó su indignación por las condiciones en que su hijo fue enviado a la selva del Cusco, para cumplir con la denominada Operación Libertad.
En primer lugar destacó la valentía del suboficial José Miguel Millones, quien en un programa de televisión reveló las cuestionadas condiciones en que fueron él y sus compañeros a enfrentarse con los narcoterroristas que habían tomado como rehenes a un grupo de trabajadores del proyecto Camisea.
“Acá ha habido negligencia. No tenían los guantes adecuados, no tenían las radios para comunicarse, no tenían armamento, unos estaban malogrados y las cacerinas no estaban como debe ser para que ellos se defiendan”, expresó a RPP.
La madre indicó que su hijo y sus compañeros fueron a hacer un curso, no a enfrentarse con terroristas. “Si ellos hubieran sabido que iban a pelear a una guerra, yo sé que ellos con su propio dinero se hubieran comprado (sus implementos) y abastecido para poderse defender”, afirmó.
Los deudos de los policías fallecidos en la selva del Cusco, en el marco de la Operación Libertad, presentaron en mesa de partes del Congreso un pedido para que el Legislativo acelere la aprobación de un proyecto de ley que declara héroes nacionales de la pacificación a los caídos en el ejercicio de sus funciones.
jueves, 16 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
Heridas que no cierran: a cinco años del terremoto de Pisco
Hoy se conmemoran cinco años del terremoto que azoto Pisco, Ica y Chincha, la cual dejo un aproximado de 600 muertos y poco o nada es lo que se ha avanzado en la reconstrucción de dichas ciudades. Muchos de los damnificados no fueron beneficiados con el bono que entrego en su momento el gobierno aprista y a eso hay que sumarle los bochornosos actos de corrupción con que se manejó la ayuda internacional.
El hombre que estuvo 25 horas bajo los escombros
Alfredo Tipacti Ventura es uno de los seis milagros que dejó con vida la iglesia de San Clemente, en la Plaza de Armas de Pisco, el 15 de agosto del 2007. Ese día el sueño se convirtió en pesadilla en los tres minutos y medio en que la tierra tembló. Georgina Sulca Lengua, su esposa, le había convencido de quedarse. “Yo me quería ir, pero ella me dijo que esperara, Estaba con ella cuando se sintió un primer movimiento y pensamos que ya iba a pasar, pero vino el segundo y fue desastroso, porque todo se cayó. No perdí el conocimiento, estaba despierto”. Tipacti permaneció consciente una hora, mientras escuchaba quejidos desgarradores que se iban apagando y trataba de hablar con su esposa. Mientras buscaba moverse y se daba cuenta que sus piernas no respondían. Mientras pensaba en su único hijo, se aflojaba la camisa por el calor que se siente cuando estás atrapado bajo toneladas de roca y tierra. Las fuerzas lo dejaron sin poder escuchar la voz de su esposa por última vez. “La llamé, pero no respondía. Dentro mío sabía que había muerto”. Abrió los ojos y descubrió que nada de eso era un sueño. Descubrió que los rescatistas “Topos de México” lo llamaron tras veinticinco horas de estar enterrado vivo. Que él apenas y podía responder. Que estaba en el Callao y no en Pisco. Que lo sacaron de los escombros y trasladaron a la base aérea y luego al Hospital Naval. Que le faltaban las dos piernas. Que preguntaba por su esposa y nadie le decía lo que ya sospechaba.
Daños Colaterales
El mercado central de Pisco está abarrotado. Es, en realidad, una zona llena de puestos caóticos y de ambulantes que van a ser desalojados. El olor a cebiche de un puesto anticipa el lugar donde Alfredo vende pan. Él no es panadero de vocación ni tiene un puesto. Heredó el trabajo de una esposa a la que ahora llora, al mismo tiempo que piensa en sus penurias: la municipalidad busca desalojar a los vendedores ambulantes y Alfredo está a punto de ser expulsado del lugar donde una amiga de la familia le cede un lugarcito para ganarse la vida. “Vivo una odisea”, dice Alfredo, quien ha viajado a Lima infinidad de veces para sus terapias, guiado por un amigo que costeaba sus gastos y que lo llevaba a los estadios para ver si algún jugador de fútbol se apiadaba de su situación. Hoy su amigo tiene cáncer y está internado. Y a Alfredo le urge viajar a Lima para no ser desalojado. Según dice, tiene que tramitar una constancia de discapacidad. Con ella podrá avalar un documento que presentará a la municipalidad para que no lo expulsen. El alcalde de Pisco, Jesús Echegaray, dijo que tiene que hacer un oficio explicando su condición. Asegura que no lo ha abandonado, que le ha ofrecido un trabajo en el municipio a su hijo. El mismo hijo por el que, cree Alfredo, Dios lo dejó vivo. El hombre en la silla de ruedas y el que manda en la ciudad concuerdan en que la situación es terrible. El esposo que cada 15 de agosto recuerda a su esposa lamenta también haber escuchado promesas incumplidas por todas partes. Alfredo Tipacti, el panadero, está sentado en una silla de ruedas enclenque en la puerta de su casa, en el sector llamado La Esperanza, una zona en la que hay que caminar con cuidado durante la noche y parte del día. Hace un año, cuenta, se encontró con Ollanta Humala. A poco de iniciado su mandato, había visitado Pisco repitiendo la consigna de “menos palabras y más acción” que ha caracterizado a su Gobierno. “El presidente prometió ayudarme y hasta ahorita ni me llaman”. Cinco años después del sismo, Alfredo necesita ayuda.
El hombre que estuvo 25 horas bajo los escombros
Alfredo Tipacti Ventura es uno de los seis milagros que dejó con vida la iglesia de San Clemente, en la Plaza de Armas de Pisco, el 15 de agosto del 2007. Ese día el sueño se convirtió en pesadilla en los tres minutos y medio en que la tierra tembló. Georgina Sulca Lengua, su esposa, le había convencido de quedarse. “Yo me quería ir, pero ella me dijo que esperara, Estaba con ella cuando se sintió un primer movimiento y pensamos que ya iba a pasar, pero vino el segundo y fue desastroso, porque todo se cayó. No perdí el conocimiento, estaba despierto”. Tipacti permaneció consciente una hora, mientras escuchaba quejidos desgarradores que se iban apagando y trataba de hablar con su esposa. Mientras buscaba moverse y se daba cuenta que sus piernas no respondían. Mientras pensaba en su único hijo, se aflojaba la camisa por el calor que se siente cuando estás atrapado bajo toneladas de roca y tierra. Las fuerzas lo dejaron sin poder escuchar la voz de su esposa por última vez. “La llamé, pero no respondía. Dentro mío sabía que había muerto”. Abrió los ojos y descubrió que nada de eso era un sueño. Descubrió que los rescatistas “Topos de México” lo llamaron tras veinticinco horas de estar enterrado vivo. Que él apenas y podía responder. Que estaba en el Callao y no en Pisco. Que lo sacaron de los escombros y trasladaron a la base aérea y luego al Hospital Naval. Que le faltaban las dos piernas. Que preguntaba por su esposa y nadie le decía lo que ya sospechaba.
Daños Colaterales
El mercado central de Pisco está abarrotado. Es, en realidad, una zona llena de puestos caóticos y de ambulantes que van a ser desalojados. El olor a cebiche de un puesto anticipa el lugar donde Alfredo vende pan. Él no es panadero de vocación ni tiene un puesto. Heredó el trabajo de una esposa a la que ahora llora, al mismo tiempo que piensa en sus penurias: la municipalidad busca desalojar a los vendedores ambulantes y Alfredo está a punto de ser expulsado del lugar donde una amiga de la familia le cede un lugarcito para ganarse la vida. “Vivo una odisea”, dice Alfredo, quien ha viajado a Lima infinidad de veces para sus terapias, guiado por un amigo que costeaba sus gastos y que lo llevaba a los estadios para ver si algún jugador de fútbol se apiadaba de su situación. Hoy su amigo tiene cáncer y está internado. Y a Alfredo le urge viajar a Lima para no ser desalojado. Según dice, tiene que tramitar una constancia de discapacidad. Con ella podrá avalar un documento que presentará a la municipalidad para que no lo expulsen. El alcalde de Pisco, Jesús Echegaray, dijo que tiene que hacer un oficio explicando su condición. Asegura que no lo ha abandonado, que le ha ofrecido un trabajo en el municipio a su hijo. El mismo hijo por el que, cree Alfredo, Dios lo dejó vivo. El hombre en la silla de ruedas y el que manda en la ciudad concuerdan en que la situación es terrible. El esposo que cada 15 de agosto recuerda a su esposa lamenta también haber escuchado promesas incumplidas por todas partes. Alfredo Tipacti, el panadero, está sentado en una silla de ruedas enclenque en la puerta de su casa, en el sector llamado La Esperanza, una zona en la que hay que caminar con cuidado durante la noche y parte del día. Hace un año, cuenta, se encontró con Ollanta Humala. A poco de iniciado su mandato, había visitado Pisco repitiendo la consigna de “menos palabras y más acción” que ha caracterizado a su Gobierno. “El presidente prometió ayudarme y hasta ahorita ni me llaman”. Cinco años después del sismo, Alfredo necesita ayuda.
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