Una fuerte explosión fue el primer indicio de que algo andaba mal. En ese momento comenzaron las horas de pánico que vivieron las más de 4.000 personas que viajaban a bordo del crucero Costa Concordia, tras el accidente que dejó tres muertos y decenas de desaparecidos. Luego del estruendo, reinó la oscuridad.
Hallan con vida a dos pasajeros del crucero Costa Concordia
Estábamos cenando cuando de repente las luces se apagaron. Escuchamos una explosión y un fuerte crujido. Todos los cubiertos cayeron al suelo", dijo el pasajero Luciano Castro a la agencia italiana de noticias Ansa.
Según él, la tripulación aseguró que se trataba de problemas eléctricos, pero el caos fue inevitable: el buque ya se movía de forma violenta.
"El barco comenzó a temblar. Sentí pánico, como en una película: los platos caían al piso, la gente corría y algunos incluso se caían por las escaleras", señaló el sobreviviente Fulvio Rocci.
Quienes se encontraban a bordo describen que el barco se inclinó repentinamente hacia la izquierda.
"Les dijimos a los huéspedes que todo estaba bien y que teníamos la situación bajo control, en un intento por evitar el pánico", recuerda el camarero Deodato Ordona. Eso ocurrió una hora antes de que se anunciara la emergencia general.
Pánico
"A los niños y las mujeres se les dio prioridad a la hora de asignar los lugares en los botes salvavidas, pero el procedimiento no funcionó porque muchos hombres no quisieron abandonar a sus familias"
Cuando el barco comenzó a balancearse de nuevo, pero hacia la derecha, el capitán ordenó abandonar el barco.
Ordona dijo que sus colegas y pasajeros esperaban utilizar los salvavidas, pero con este cambio se vieron obligados a buscar los botes que estaban del otro lado de la nave.
Mónica, una pasajera alemana que se encontraba en el teatro del crucero cuando comenzaron los problemas en el barco, describió lo difícil que fue llegar a los botes salvavidas.
"Era casi imposible caminar debido a la cantidad de gente. Primero se movió una vez a la izquierda y luego a la derecha. El barco se inclinaba y veíamos cómo se hundía más. En media hora el agua ya cubría la mitad de la embarcación", aseguró.
Fabio Costa, vendedor de una de las tiendas del buque dijo que cuando la gente se dio cuenta de que había un problema grave, reinó la desesperación.
"Todo sucedió muy rápido. La gente intentaba llegar a los botes salvavidas al mismo tiempo, en medio del pánico, se empujaban unos a otros. Fue un poco caótico. Tratamos de mantener a los pasajeros la calma, pero fue imposible. Nadie sabía lo que estaba pasando".
Según él, a los niños y las mujeres se les dio prioridad a la hora de asignar los lugares en los botes salvavidas, pero el procedimiento no funcionó porque muchos hombres no quisieron abandonar a sus familias.
Algunas personas decidieron que era demasiado difícil subir a un bote salvavidas y prefirieron nadar. La mayoría logró llegar con éxito a la cercana isla de Giglio.
"Como en el Titanic"
Las autoridades permanecen en la búsqueda de sobrevivientes.
Elizabeth Nanni, encargada de información turística en Isola del Giglio, señaló que los que llegaron a la isla eran "sobrevivientes en estado de shock, gente desesperada busca a familiares, y algunos otros con hipotermia por haber saltado al mar".
"Por lo general, hay 700 personas en la isla en esta época del año, recibir a 4.000 personas en medio de la noche no fue fácil".
A todos ellos se les entregaron mantas y ropa seca, mientras que las iglesias y las escuelas fueron abiertas para refugiarlos.
Los heridos fueron trasladados por helicóptero al hospital más cercano para que recibieran atención de emergencia.
Pero no todo el mundo tomó un bote salvavidas o nadó hasta la costa. Los equipos de rescate aún buscan sobrevivientes.
Hace pocas horas fueron evacuadas las últimas 50 personas que permanecían en la cubierta.
Rose Metcalf, una bailarina que trabajaba en el barco, fue una de las últimas personas en ser rescatas por un helicóptero tras aferrarse al buque siniestrado.
La británica de 22 años le dijo a su padre, Philip, que se sintió "como en el Titanic".
Peruana que viajaba en el Costa Concordia sigue sin ser localizada
La peruana Erika Soria, de 26 años, sigue sin ser localizada tras el naufragio el pasado viernes del crucero italiano "Costa Concordia", del que formaba parte de la tripulación, informaron hoy a Efe fuentes diplomáticas de Perú.
En el barco, que encalló frente a la isla italiana de Giglio, viajaban 53 peruanos, de los que 45 formaban parte de la tripulación y ocho eran pasajeros se encuentran a salvo.
Mientras el personal peruano de la compañía naviera está alojado en seis hoteles de la localidad de Grosseto, cercana a Porto Santo Stefano, los viajeros han sido albergados en establecimientos de Roma.
Según las listas de la tripulación que se han proporcionado a la embajada peruana, no se sabe el paradero de Erika Soria.
Uno de los supervivientes ha relatado que vio a Erika saltar a una de las barcas hinchables, junto con otro peruano, pero no se sabe si llegó a tierra, pues nadie la volvió a ver.
Personal de la sede diplomática recorre a estas horas los hoteles donde se alojan los peruanos para recoger más información sobre la joven que está sin localizar e interesarse por las condiciones de todos ellos.
Por otra parte, las autoridades peruanas se están ocupando de facilitarles pasaportes, pues perdieron todos sus documentos y equipaje en el naufragio.
Fuentes diplomáticas lamentaron la "escasa" colaboración que están teniendo por parte de la compañía naviera para proporcionar los datos de sus trabajadores peruanos, necesarios para poder conseguirles un pasaporte.
Por el momento y ante estas dificultades, los pasajeros y la tripulación siguen en Italia a la espera de que se resuelvan los problemas logísticos.
Piden repatriar a peruano muerto en naufragio de crucero Concordia
Familiares del peruano Tomás Costilla Mendoza, fallecido en el naufragio el viernes del crucero "Costa Concordia" en aguas italianas, pidieron a las autoridades acelerar los trámites para repatriar su cuerpo y sepultarlo en Perú,
"Solo pedimos a las autoridades que aceleren los trámites para que podamos repatriar su cuerpo y enterrarlo en Trujillo" (norte), dijo Jorge Costilla Mendoza, hermano de la víctima.
El peruano Tomás Costilla Mendoza, antropólogo de 50 años, era tripulante del crucero Costa Concordia y una de las cinco personas que fallecieron la noche del viernes en el naufragio del Concordia en la costa italiana. Los otros dos son turistas ciudadanos franceses.
Jorge Costilla explicó que recibió la confirmación de la muerte de su hermano a través de una comunicación con un primo suyo, en Italia.
Una década trabajando en cruceros
"Tomás a mediados de diciembre se embarcó en el crucero y la última vez que tuvimos contacto con él fue por Navidad, vía telefónica. Nos dijo que lamentaba no celebrar su cumpleaños (29 de diciembre) en familia", recordó.
La víctima vivía en la ciudad de Trujillo, llevaba 13 años trabajando en cruceros y pensaba retirarse en uno o dos años para dedicarse a su profesión, según sus familiares.
Jorge señaló que la familia no ha recibido ninguna comunicación oficial de las autoridades peruanas para explicarles la forma en que murió su hermano ni cuándo le entregarán el cuerpo.
"Nuestro único medio de información es internet y algunos medios locales e internacionales", precisó.
"Algunas versiones que hemos recibido es que mi hermano se arrojó del buque y se golpeó al caer, y se ahogó. Tomás sabía nadar muy bien, pero creo que no soportó las frías temperaturas del Mediterráneo", señaló.
El "Costa Concordia", que había partido de Civitavecchia hacia las 18H00 GMT el viernes, llevaba a más de 3.000 turistas, entre ellos 989 italianos, 569 alemanes, 462 franceses, 177 españoles y 126 estadounidenses, además de unos mil tripulantes. Encalló en Punta Gabbianara, cerca de la isla de Giglio, en el sur de la Toscana, Italia.
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