martes, 12 de abril de 2011
El Perú profundo dijo “basta” a la tradicional clase política
Los resultados de las elecciones del último domingo 10 de abril: Ollanta Humala: 31,6%; Keiko Fujimori: 23,4%; Pedro Pablo Kuczynski: 18,6%, nos reflejan el alto grado de descontento de la población con la clase política, sobre todo los ciudadanos más pobres y olvidados que se concentran mayormente en provincias los cuales no se sienten identificados ni incluidos dentro de este acelerado crecimiento económico que tanto pregona el gobierno, el cual ha beneficiado a un pequeño grupo (los grandes empresarios y gente de poder)y ha excluidos a los demás.
El triunfo en primera vuelta de Ollanta Humala con un 31,6% nos trajo abajo el mito que quien gana en Lima, se asegura el triunfo electoral. Es así que en muchos departamentos del Perú el triunfo de Humala fue claro y evidente, sobre todo en la zona sur del país donde se concentra la gente más pobre y marginada, el candidato nacionalista sobrepaso el 50% de los votos dejando relegado a sus demás contendores.
Periodistas y Expertos analizan
El destacado y reconocido periodista César Hildebrandt consideró que actualmente en el Perú no existen partidos políticos, lo que ha generado que no se desarrolle una democracia sostenible sino se siga a “caudillos eventuales”.
“En esta campaña no hubo más insultos ni trampas que otras veces, pero lo inusual fue el apretamiento en los primeros lugares, eso sí es insólito, la fragmentación, desaparición de partidos”, manifestó Hildebrandt en una televisora local
Asimismo, mencionó que tanto el Partido Aprista como el Partido Popular Cristiano (PPC), dos de los partidos tradicionales del país, decidieron “disolverse” debido a que el primero “se sumó” a la candidatura de PPK, mientras que el PPC decidió formar una “conglomeración”, lo que calificó de “trágico”.
“Los partidos son en realidad concurrencias electorales, máquinas quinquenales. Lo que es malo para el país y la democracia son los programas esporádicos. Yo siempre he pensando que el Perú es eso”, mencionó.
Por otro lado, el periodista Augusto Alvarez Rodrich, señaloó que es comprensible que el resultado electoral de ayer, que puso a Ollanta Humala y a Keiko Fujimori en la segunda vuelta, produzca frustración y decepción en un sector importante de la población que, por distintos motivos, siente que lo han puesto en la encrucijada de un callejón oscuro en el que debe elegir entre dos opciones que le producen temor, incertidumbre y preocupación.
En el caso de Humala, porque, a pesar de la importante votación que obtuvo , no ha logrado despejar la duda por el respeto que su eventual gobierno pueda tener por las libertades democráticas básicas –como, por ejemplo, la de expresión– o por las bases de un manejo económico que sea prudente y sensato, lo cual es indispensable –pero no suficiente– para mejorar la calidad de vida de la población.
En el caso de Keiko Fujimori, el desagrado de un sector significativo de la población debido a su pase a la segunda vuelta se justifica por la falta de una autocrítica clara y sin titubeos por los graves delitos cometidos durante los años noventa –corrupción enorme y violación de derechos humanos incluyendo el asesinato–, así como por la inclusión en las listas de candidatos de personas que no muestran la menor señal de autocrítica.
Así las cosas, hay justificación para la decepción que el resultado electoral de ayer pueda producir en un sector de la población cuyo tamaño no es deleznable.
Sin embargo, ese fue el resultado y un fundamento de un sistema democrático en el que las votaciones se respetan, nos gusten o no, por lo que no cabe más que apostar y, en la medida de lo posible, influir, para generar respuestas y compromisos por parte de las dos fuerzas políticas que han pasado a la segunda vuelta para levantar las dudas, temores y preocupaciones que hoy todavía producen.
En este sentido, la campaña de la segunda vuelta puede ser un periodo en el que el país se polarice peligrosamente, o uno en el que el fujimorismo ofrezca pruebas reales que aseguren que no volverá a cometer los delitos de los años noventa, integrándose mejor a la articulación democrática; y en el que el partido de Ollanta Humala ofrezca señales contundentes de que su paso por el gobierno será –como lo ha hecho el socialismo chileno o el PT de Lula– un avance notable en las condiciones económicas y sociales del país.
Para el analista político, Luis Benavente, la disputa preelectoral fue inédita y tuvo grandes cambios y sorpresas durante tres meses de campaña muy intensa. A solo tres semanas del día de la votación, se llegó a producir un insólito quíntuple empate en el primer lugar de la intención de voto, en un hecho sorprendente que ha mostrado una inédita fragmentación, el resultado de la ausencia de un sistema de partidos que sirva de referente a los ciudadanos para sus actitudes y conductas electorales.
Humala es el héroe que enfrenta un modelo político y económico desprestigiado para favorecer a los pobres; Fujimori es la heroína que denuncia a los sucesores de Alberto Fujimori en la presidencia del país, por no haber otorgado a los marginados los beneficios que les daba su padre. El nacionalismo de Humala y el fujimorismo de Keiko Fujimori proponen modelos políticos muy parecidos, pero se diferencian mucho en sus propuestas de programa económico.
Humala y Fujimori son populistas que en el campo simbólico de la dramaturgia de la política interpretan a personajes o héroes que enfrentan algo amenazante para beneficio de los pobres. Humala es el héroe que enfrenta un modelo político y económico desprestigiado para favorecer a los pobres; Fujimori es la heroína que denuncia a los sucesores de Alberto Fujimori en la presidencia del país, por no haber otorgado a los marginados los beneficios que les daba su padre. En otras palabras, populismo puro.
El voto logrado por Humala y Fujimori corresponde a peruanos pobres y muy pobres de zonas urbanas y rurales, dueños de los niveles educativos más bajos de la sociedad peruana, y profundamente inconformes con el sistema político y económico imperante, es decir, con los atributos indispensables para que el populismo les resulte atractivo, y sin la más mínima cultura política como para aceptar proyectos autoritarios de buen agrado.
Entre los fundamentos políticos y propuestas concretas del plan de gobierno de Ollanta Humala se destaca que el nacionalismo es una “alternativa democrática”; se propone “un programa político de cambio radical”; se asume el compromiso de “culminar la construcción del Estado nación democrático”; se propone “transformar el Estado con una nueva Constitución para hacerlo descentralizado y participativo”; se plantea una “ley de comunicaciones audiovisuales que establezca un reparto equitativo y plural de los medios entre distintas formas de propiedad: privada, pública y social”, entre otros temas de interés.
Respecto al modelo económico, las diferencias entre Humala y Fujimori son profundas. El modelo estatista del nacionalismo de Humala propone construir un nuevo modelo de desarrollo que es la “economía nacional de mercado”, asignar un papel dominante a la inversión privada nacional y no a la inversión extranjera; la revisión de todos los tratados de libre comercio que se opongan al ejercicio de la voluntad soberana del Perú; la recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales; la nacionalización de las “actividades estratégicas” como la energía eléctrica, los hidrocarburos, el gas, los servicios públicos, el espacio aerocomercial y los puertos, entre otros. Por último, el plan establece que se creará una empresa de telecomunicaciones del Estado.
El modelo suena conocido y tiene nombre propio: Hugo Chávez, con quien Ollanta Humala tiene mucha afinidad y por quien guarda gran simpatía, la misma que también tributa al general Juan Velasco, quien dio un golpe militar en 1968 con el mismo programa, que fue un gran fracaso y sumió al país en mayor pobreza y desesperanza.
La propuesta de modelo económico de Keiko Fujimori es la continuidad del modelo de mercado, propuesta compartida con los tres candidatos que no pasaron al balotaje, de quienes ella esperaría transferencia de votos en el balotaje, debido a la afinidad en este tema. Este modelo ha permitido un significativo crecimiento en los últimos años y ha generado cierta ilusión en algunos sectores de la sociedad peruana, mientras otros consideran que no han recibido el beneficio del crecimiento.
Intensa jornada electoral
La jornada electoral se inició desde muy tempranas horas de la mañana con el tradicional desayuno de los candidatos.
Los candidatos Ollanta Humala y Keiko Fujimori decidieron compartir el tradicional desayuno dominguero de los peruanos en sus domicilios y en compañía de sus respectivas familias. Por otro lado, los candidatos Alejandro Toledo y Luis Castañeda Lossio decidieron tomar sus respectivos desayunos con los niños màs pobres en las zonas populosas de Barrios Altos y el Agustino. Finalmente el candidato Pedro Pablo Kuczynski compartió el desayuno con su esposa y los integrantes de su plancha presidencial en el local de su partido político.
Horas màs tarde, los candidatos se dirigieron a sus respectivos locales de votación donde en algunos casos reinaron el caos y el desorden debido a la excesiva cantidad de medios de comunicación y simpatizantes, pero que en líneas generales no hubo incidentes que lamentar.
La mitad del país celebró los inesperados resultados, mientras que la otra mitad quedó desconcertada. En este grupo cabe destacar que los grandes perdedores de la tarde del domingo, fueron el ex Presidente Alejandro Toledo, quien con su soberbia y su excesiva oferta de promesas electorales terminó por hundir su candidatura a un cuarto lugar con un ínfimo 15%; mientras que el otro perdedor fue el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda que quedó relegado a un quinto lugar con un 11%.
Visión electoral de la OEA
Las elecciones peruanas se realizan hasta el momento con “normalidad y tranquilidad,” destacó hoy la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (MOE/OEA), en un primer informe emitido por sus 74 observadores internacionales.
“La Misión observa que la jornada electoral se desarrolla con normalidad y tranquilidad, facilitando así la participación de los ciudadanos y las ciudadanas peruanos que han concurrido a las urnas para elegir a sus autoridades”, señalaron.
El reporte de los observadores de la MOE/OEA da a conocer las condiciones bajo las cuales se abrieron las mesas de sufragio observadas y se instaló el proceso electoral.
En su informe destacaron que las mesas observadas abrieron en promedio a las 09:01 horas y que el 97% de las mesas contaron con los materiales indispensables para la votación.
Mencionaron que el 39% de las mesas se integró con todos los miembros titulares. De éstos, 55% eran hombres y 45% mujeres.
Recalcaron además que el padrón electoral estuvo a la vista en un 97%, y las fuerzas de seguridad estuvieron presentes en los lugares de votación observados o sus inmediaciones en ese mismo porcentaje.
El reporte indica que un 94% de los electores de las mesas observadas tenía información adecuada sobre la ubicación de su mesa de votación; aunque se reporte una ausencia considerable de personeros de los partidos políticos en las mesas.
En un 31% de ellas, no hubo representantes de las colectividades que presentan candidatos a la Presidencia de la República.
Veinte millones de peruanos se encuentran nuevamente en un dilema, en una encrucijada para decidir el futuro de la nación; la campaña que se viene será muy dura, un cuerpo a cuerpo y guerra sin cuartel, que concluirá en el balotaje del domingo 5 de junio.
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